viernes, 18 de julio de 2014

Capítulo 5.

-¿Cuánto dinero crees que habrá en la cuenta James?
-El padre del Potro era el mejor en lo suyo, asique supongo que bastante...
-Comprendo... Oye y ¿crees que nos habremos perdido? Yo no hago más que ver árboles por todos los lados... Y oye una cosa más tío, tu deberías competir ¿no crees? ¡Eres un crack al volante!
-Oye ¿y qué tal si te callaus un rato? No nos hemos perdido porque están precisamente en mi taller, que está precisamente tirando por este mismo sendero, asique deja de hacer preguntas estúpidas y saca el trasero del coche. Harry.
-Vale James.- Dije sonriendo. -Aunque yo sigo sin ver ningún taller eh...
-Hombre si quieres que aparque en sus narices para que oigan el coche y te vuelen la cabeza nada mas salir me acerco no tengo ningún problema.
-Tienes razón...
Seguimos andando por el sendero, ya se podía ver a lo lejos el taller, se oyeron unas voces.
-¡Eres una sucia furcia!
-¡¿Pero cómo te atreves?!
-¡Te lo has tirado, en mis putas narices!
-¡Por el amor de dios Chante, unicamente estaba hablando con él!
-¡Ya ahora a follarte al primero que pasa se le llama hablar!
-¡No voy a consentir que me hables de esa manera!- Se oyó un guantazo.
-¡¿Con qué esas tenemos?! ¡Ahora verás!
Se oyeron gritos de auxilio, yo salí corriendo, conocía esa voz, era Rachel.
-¡Harry no!,¡Nos van a ver!-Dijo James y corrió detrás de mí.
Entré en el taller, se estaba aprovechando de ella. Al verme se sorprendió, yo me avalancé sobre él y comencé a darle puñetazos. Él por su parte, se limitó a gritar "¡Qué me matan!" y prontó aparecieron dos hombres por allí, ellos me cogieron, me ataron y comenzaron a darme patadas. Lo único que recordaba después de eso era que Rachel se había escapado y Chante se acababa de dar cuenta. Mandó a sus hombres a por ella.

martes, 25 de febrero de 2014

Capítulo 4.

Por fin James y yo llegamos al Carder. Miramos a través de la cristalera, no había nadie, yo llamé a la puerta, esperamos unos dos minutos y alguien se acercó a abrirnos, era un hombre alto, de pelo canoso y  ya entrado en años, ''pasad'', nosotros entramos y el hombre se percató de que nadie nos hubiese visto pasar, después nos condujo a una pequeña sala dentro del concesionario.
-¿Traéis los papeles?-Nos preguntó muy seriamente el hombre.
-¿Los papeles?-Pregunté desconcertado.
-Los que había en el coche del Potro, Chante los necesita ya, tenemos a Leonard y a ese hijo de puta cogidos por los huevos, con el coche y los papeles harán lo que sea.
Me quedé pensativo un minuto, ese hombre nos estaba confundiendo con los hombres de Chante.
- ¡Ah! Sí, por supuesto, los papeles... Están...-Miré a James sin saber que responder.
-En el coche, Chante nos llamó para decirnos que se los llevásemos nosotros expresamente. Lo único que... Como somos nuevos en esta ciudad no sabíamos dirigirnos al sitio donde está y nos dijo que te preguntásemos a ti... -Respondió James sacándome de mi apuro.
-Entiendo... Con que no sabéis ir... -Nos miro fija y seriamente a los ojos.
-No. -Dije y eché una pequeña y falsa carcajada.
-Bien, pues coged los papeles y vamos, que os llevo, no están muy lejos.
Seguimos al hombre hasta su coche, un Mustang color gris platino, al verlo me sorprendí como nunca, que joya de coche, tenía los asientos de cuero y estaba bastante limpio y cuidado. Las ruedas estaban recien estrenadas y no tenía muchos kilómetros hechos. Nos montamos en el asiento de detrás, miré a James con un rostro de victoria, luego de ello, le susurré "creo que ha colado". A lo que él me contestó "no cantes victoria, aún no sabemos lo que está pasando aquí ni que son esa mierda de papeles", y yo le dije "sea lo que sea, tienen a Alex y a Leonard bien cogidos por los huevos"
-¿Por qué murmuráis tanto?-Preguntó el hombre
-Nada, decíamos que tiene usted un coche precioso.-Contesté
-Gracias, la verdad es que sí, me ha costado toda una vida conseguirlo, pero el esfuerzo a merecido la pena.
-¿Qué velocidad alcanza?-Preguntó James, y el hombre se rió con orgullo.
-Agarraos que vienen curvas.
Torció por un camino de piedras, aceleró todo lo que pudo y cuando vió que no había obstáculos en su camino, conectó el nitro. Nunca había vivido una experiencia así, sentí un subidón de adrenalina que nunca hubiera llegado a imaginar, y estaba disfrutando de esa experiencia cuando el coche dió un brusco frenazo. Sonaba un móvil, el hombre descolgó y se pudo oir la conversación, era Chante:
-¿Dónde coño te has metido? Han ido a buscar el coche Del Potro pero parece ser que se nos han adelantado.
James y yo nos miramos angustiadamente, nos habían pillado. El hombre nos miró y seguidamente contestó:
-No te preocupes, tengo muy cerca a tus amigos, y también tengo el coche.
-Perfecto, traémelos con los papeles. Me parece que vamos a tener que enseñarles a no tocar lo que no es suyo...
Chante colgó el teléfono, miré a mi alrededor, había un cordón de una zapatilla a mi lado, lo cogí y se lo até al hombre detrás del cuello.
-Bueno amigo, no me apetecería tener que hacer ninguna tontería asique dime dónde esta Chante y los dos acabaremos bien.- Comencé a apretar el cordón. Él se agarró el cuello y con dificultad para hablar respondió:
-Que te den por culo hijo de puta.
Y yo por mi parte apreté más hasta que se dignó a responder:
-Está en un taller que hay al lado de la gasolinera que está en a las afueras, justo dónde se celebran las carreras.
-Buen chico.-Le dije pegándole un puñetazo que lo dejó inconsciente, y James se bajó del coche y sacándolo dijo "bueno socio, hasta aquí hemos llegado, gracias por la información", después montó y se dirigió a mí:
-¡Ey!¿De dónde ha salido ese tipo?
-¿Qué tipo?
-¡Vamos!, no parecías el mismo. -Dijo y después vacilándome me hizo burla. - Ey tío, no me apetecería hacer ninguna tontería, asique dime dónde está Chante o te asfixio con un mugriento cordón de zapatilla.-Los dos reímos.
-La verdad es que tienes razón, nunca creí  que llegase a hacerle eso a nadie...
-Pues ya ves, el niño bueno se está revolucionando.
-Puede ser...
Se hicieron unos minutos de incómodo silencio. Después me acordé de los papeles que habíamos cogido del coche de Alex y sentí la curiosidad de saber de qué se trataba, abrí el sobre en el que estaban metidos. Al abrirlo me encontré una carta y un crucifijo:
Querido Alex:
Te escribo esta carta porque me siento obligado a pedirte perdón, me siento obligado a culparme de no haber sido ese padre que debía haber sido, siempre estuve de allá para acá, de carrera en carrera, y quizá nunca te dediqué el tiempo suficiente. Sé que ahora estarás ya echo un hombrecito, espero que no le des mucha guerra a tu madre. Bueno hijo, solo pretendía que supieses que todo lo que hice lo hice por ti, porque quería que tuvieses un buen futuro, y que lo siento por no haberte dado todo ese cariño que necesitabas. Ahora que ya no estoy, esto te pertenece.
Te quiere, tu padre.
Había escrito un número de cuenta y un pin al final de la carta, ahora todo encajaba... A Chante le daba igual que Leonard le sustituyese por El Potro, con su fama podría encotrar a cualquier patrocinador en menos que canta un gallo, lo único que quería Chante del Potro era la herencia de su padre.


martes, 4 de febrero de 2014

Capítulo 3.

Me encontraba caminando reflexivo entre aquella horrible masa de aficionados, no entendía a aquella chica. Siempre desaparecía sin una razón lógica, quizá me viese cara de tonto, en fin, no le di mucha importancia, al fin y al cabo sus razones tendría. Saqué el teléfono movil, las cuatro y media de la madrugada, tenía una llamada perdida, era de Alex. Decidí devolvérsela, justo despues de la cuarta señal respondió:
-Tío, ¿dónde te has metido?, tenemos problemas, vente al barrio del Retroceso ya. -Respondió muy nervioso.
- Espera, ¿qué pasa Alex?, ¿al Retroceso tío? Eso esta al otro lado de la ciudad, ¡tardaré una media hora en llegar!
- No hay tiempo, píllate el carro de la dire, debe de estar dónde lo dejé al terminar la carrera, basta con chocar el cable azul y el rojo y arranca.
-Pero, ¿tú que te has metido?, ¡no he conducido en la vida!
-Alguna vez tendría que ser la primera, ¡espabila!
Me colgó y yo me apresuré a por el coche, estaba asustado, ¿qué era eso que tanto asustaba a Alex? Fuera lo que fuese, algo pintaba muy mal.
Después de una larga búsqueda encontré el mercedes de la directora, me había dicho el cable azul y el rojo, los choqué varias veces hasta que el coche arrancó, y justo cuando estaba a punto de acelerar un hombre de unos 23 años, de  pelo engominado y chaqueta de cuero negra abrió la puerta:
-¿Y tú quién coño eres mocoso?, este buga no es tuyo tío, sal de ahí o me temo que tendré que hincharte la cara a ostias.
-Este, "buga" es de mi amigo Alex. Así que date el piro amigo. Yo me largo.-Pisé el freno, el hombre se estaba riendo de mí a más no poder.
-Mira chaval si vienes a gastarme una broma la llevas clara. Con ese arte para robar coches, vas a hacer que me crea tu historia, aunque para ser amigo del Potro no esque seas muy hábil, anda, baja de ahí y ponte al otro lado, déjame enseñarte como se hace chavalín.- Me monté en el lado del copiloto, otro remedio no me quedaba, y aquel tío parecía de pocas amistades.-Por cierto, soy James.
-Harry.
-Bien, ¿dónde largabas?
-¿Eh?
-¿Qué dónde ibas?
-Al Retroceso.
-¿El Retroceso? Tío, no sabes dónde te metes.
Aceleró, a aquel hombre le gustaba la velocidad.
-Y, ¿qué te lleva por ese puto barrio de camellos?
-Parece ser que El Potro esta en un buen lio. 
-¿El Potro está en problemas?, ¡haberlo dicho antes loco!- James aceleró aun más.
-Ten cuidado tío, vas muy deprisa.
-Tú sique deberías tener cuidado chico.- Me abroché el cinto, y James me miró y empezó a reir.
-Normalmente el cinturon se pone al comenzar el viaje, no al terminarlo.-James pegó un frenazo, dio marcha atrás, y aparcó el coche en un abrir y cerrar de ojos.
-¿Hemos llegado ya?
-Parece ser que sí.-Dijo James con un tono irónico, y se quedó mirándome fijamente como si tuviese la obligación de hacer algo. Yo le devolví la mirada con un gesto de desconcierto, pero finalmente James se decidió a preguntarme.-Bueno... ¿Y ahora dónde hay que ir?
-No lo sé. Alex no me dijo nada más qué que vinese aquí.
-En fin. A este muchacho cada día se le va más la perola. Baja del coche anda que le voy a llamar.
Bajamos del coche. James marcó el número y después de mucho comunicar Alex no respondió.
-Nada tío. No contesta.
-Espera que le llamó yo por si no te quiere contestar a tí o algo.
-Como quieras tronco, yo me voy a echar una meada ahora vengo.
-Vale.-James se fue detrás de unos contenedores que había en la acera de enfrente. Yo marqué el número de Alex y en cuanto empezó a comunicar James me gritó:
-¡Tìo ven aquí rápido!
-¿Qué pasa?
-¡Pues qué cojones va a pasar!¡¿Es qué no lo estás viendo?!-Miré al frente, pero no ví nada que me causase sorpresa alguna.
-Yo no veo nada.
-Normal, estás encima.-Miré hacía abajo. Había un movil al lado de mis pies. Era el de Alex sin duda.
-Genial... ¡De puta madre!, ¿y ahora qué coño hacemos?-Me empecé a poner muy nervioso.
-Pasa el móvil.
-Toma.-Se lo dí.-¿Qué vas a hacer?
-Quizá aquí haya alguna pista de dónde puede estar.-Miró el movil por unos minutos y al final concluyó. -Hijos de puta...  Vamos, creo que ya se dónde está El Potro.
-¿Dónde vamos?
-¿Te suena de algo el Carde?
-Sí, por supuesto. Es el concesionario del tío ese. El señor Leonard.
-Exacto, pues el tal Leonard ya representaba a otro en las carreras, un tal Jonnathan Chante. Ese hijo de puta se enteró de que Leonard iba a cambiarle por El Potro y ahora quiere deshacerse de él. Alex tiene un SMS de Chante, se citan a las cuatro y cuarto, justo después de la carrera, en el Carde.
-Entonces, ¿qué hacemos?¿vamos al Carde?
-Sí, con un poco de suerte seguirán allí.
Caminamos unas dos o tres calles hasta llegar al Carde. Durante el corto trayecto James y yo ibamos hablando, conociéndonos más a fondo. James era un tipo duro, pero era muy buen tío. Me había contado muchas cosas sobre él, su padre era el dueño de una taller de vehículos trucados. Todo el que participaba en las carreras callejeras acudía a él. Conocía a Alex desde sus comienzos. Me había contado, que un día, cuando era pequeño, mientras estaba ayudando a su padre en el taller, un chico de unos 8 años se acercó y empezó a contemplar con gran atención y sin decir una palabra cómo trabajaban.
-¿Te puedo ayudar en algo chico?-Preguntó el padre un poco sorprendido de ver a un niño solo por ahí.
-Sabe señor, creo que si pusiese esto así, y quitase esto otro el coche correría más.-Dijo señalando un par de aparatos de el vehículo.
-Sí... Puede que tengas razón, no se me había ocurrido muchas gracias muchacho. -Respondió el padre muy desconcertado, y este desconcierto le llevó a la pregunta. -Pareces saber mucho sobre coches, dime, ¿dónde has aprendido?
-Mi padre era piloto de carreras. Me gustaba verle competir. Él mismo fabricaba sus propios coches, yo le observaba y aprendí mucho.
-Solo he conocido a un hombre capaz de competir con sus propios coches... Sabía que esa mirada me sonaba, si no me equivoco, tú debes de ser el hijo de El Potro. ¿Me equivoco?
-No, señor.
-Es un placer conocerte, tú padre y yo eramos muy buenos amigos, pero desde que dejó de competir, no he vuelto a saber nada de él ¿qué tal está ?
-Murió hace ya un año...
-Oh... Lo siento de verdad, no tenía ni idea...
-No pasa nada, para mí, es un heroe. Murió haciendo lo que más quería, competir, de mayor seré como él.- Al chico se le iluminó la mirada.
-Pues si eso es lo que quieres, yo me comprometo a ayudarte en todo lo que pueda. Este es mi hijo James, estoy seguro de que seréis muy buenos amigos.
Y así fue... Poco tiempo después mataron a la madre de Alex por una vieja deuda de su padre. Alex entró en el internado y allí le conocí yo. Con trece años participó en su primera carrera, y con quince, ya era conocido como El Potro en toda la ciudad...

jueves, 27 de junio de 2013

Capítulo 2.

Habían pasado casi once años desde que llegué al internado y aquel sitio se había comvertido en mi casa, una casa de grandes dimensiones y en la que convivía con muchos otros chavales y chavalas de diferentes edades, a los que consideraba más que compañeros, hermanos.
Tenía muy buenas relaciones con todos los chicos del internado, y como todo adolescente, también tenía mi grupo de amigos con los que me pasaba el día entero, eramos cuatro, Jacob, Marc, Alex y yo. No me imagino que hubiese sido de mí sin ellos, sin Marc en concreto, era mi mejor amigo, había estado conmigo desde el momento en que llegué, era el guapo del grupo por así decirlo, era moreno, alto y tenía unos ojos verdes capaces de enamorar a cualquier hembra del planeta con solo una mirada, le envidiaba, y no solo por su físico, Marc era un tío listo, pocas veces en su vida se le vió bajar del nueve en un examen, y a sus dieciseis, muchas de las universidades más prestigiosas del país se peleaban por tenerle. Siempre que le preguntaba como lo hacía me respondía, "Estudiar me mantiene alejado de mis pensamientos". Él, también había sufrido mucho en la vida, con tres años, vió como su padre mataba a su madre y después se quitaba la vida, solo había tenido valor para contármelo a mí.
Jacob por otra parte, era todo lo contrario a Marc, cateaba siempre todo, y no es que fuese muy agraciado fisicamente, quizá fuese por su poco interés en darse una ducha de vez en cuando, o arreglarse un poco el pelo, o por vestir una camisa limpia de vez en cuando, pero bueno, dejando atrás estos defectos, Jacob también tenía sus virtudes, estaba muy loco, demasiado diría yo, era la típica persona con la que nunca te aburrirías, y el alma de las fiestas.
Por último pero no menos importante estaba Alex, un chico guapo, de pelo rubio y ojos azules, pero que si tuviese que destacar su mejor virtud, no sería esa. Alex llevaba conduciendo coches desde los cinco años, era capaz de entrar en tu coche, fisgar un poco en los cables, y arrancártelo en dos minutos, justo lo que tardaba en acelerar y irse pitando con él. En la ciudad era conocido como El Potro Salvaje, por lo rápido que era conduciendo , participaba en las carreras callejeras que se celebraban todos los sábados a las afueras de la ciudad, y aún no había tenido un oponente que hubiese estado completamente a su altura.
Que deciros de mí, era un chaval de dieciseis años algo bajo para mi edad,moreno, de ojos castaños, delgado pese a lo mucho que comía, y que,bueno, como todos tenemos una cualidad, o algo en que destacar, en mi resaltaba la facilidad que tenía para robar cosas sin que me pillasen. Lo llevaba en la sangre. Era una de las pocas cosas que me enseñó mi madre. Sabía que no estaba bien, pero, también sabía que algunas cosas si no era robándolas, no las iba a poder tener nunca.
Cierta noche de verano, Marc, Jacob y yo nos habiamos fugado para ver a Alex competir en una de sus carreras. Andamos mucho hasta llegar al sitio donde se celebraban, y cuando llegamos allí, había tanta gente que era casi imposible ver los coches que estaban ya en la línea de salida preparados para empezar. El coche de Alex era un mercedes de  color plateado que acababa de robarle a la directora. La carrera de hoy era muy importante para él, había encontrado a un tío con bastante pasta que había prometido ser su representante si ganaba esta noche, que alguien así le representase suponía mucho para Alex, pues, en las carreras que él  competía nadie ganaba ni perdía nada, solo lo hacían por diversión, en cambio si alguien se ofrecía a representarle, podría competir en las que se celebraban al otro lado de la ciudad, y en las que se podían ganar grandes sumas de dinero. Además de eso, le proporcionaría un coche para cada carrera, no tendría que volver a arriesgarse robando ninguno.
Se oyo a alguien gritar, la carrera estaba a punto de comenzar. Vimos como una chica se acercaba a la línea de salida, y se quitaba la camiseta como señal de que la carrera había comenzado. Los coches aceleraron y la gente corrió velozmente tras ellos.
-¿Qué hacemos los seguimos?-Pregunté
-No, mejor vamos a esperar aquí a que vuelvan a la meta, no servirá de nada correr los perderíamos en menos que canta un gallo. -Respondió Marc.
-Bueno, y ¿qué hacemos mientras tanto?-Preguntó Jacob. Y yo miré a nuestro alrededor y ví a dos chicas charlando al otro lado de la calle.
-No sé tú, pero yo allí enfrente estoy divisando dos bellezas que aún no conocen a Harry Johnson.
Me peiné un poco el pelo con la mano, y con los andares más chulos que me salieron en ese momento me acerqué a las chicas.
-Bueno, bueno, que baje Dios que se le han escapado dos ángeles traviesos. ¿Cómo os llamáis chicas? -Ellas rieron coquetamente, y posteriormente una de ellas contestó:
-Yo me llamo Rachel, y esta es mi prima Monica.
-Yo soy Harry.
-Pues, encantada Harry.-Me dió dos besos y luego su prima le susurró al oído algo que la puso muy nerviosa.
-Lo siento Harry, nos tenemos que ir,me hubiera gustado charlar contigo pero... Bueno en fin, lo siento, ojalá nos veamos en otra ocasión. - Miró detrás suyo y las dos echaron a correr, yo volví donde Marc y Jacob un poco desconcertado.
-Joder tío, las tienes loquitas, me vas a tener que contar tu secreto.-Dijo Marc burlandose de mí, Jacob por consiguiente echo una carcajada y añadió.
-¿Cómo no les dijiste a las pobres chicas que la carrera era por el otro lado?
-Ja Ja, muy graciosos.-Dije irónicamente y me quedé pensativo dándole vueltas a qué le habría podido pasar a aquellas chicas que las inquietó tan de repente.
-Mirad ahí llegan.-Dijo Marc viendo aproximarse los coches a toda velocidad y gente que se aproximaba corriendo de todos los sitios.
-¡Dios!¡si! Y Alex va en cabeza.
-Ganará, tiene que ganar, vamos tío.
Veía acercarse velozmente el mercedes de la directora, sabía que Alex lo conseguiría, y lo hizo, ganó la carrera. El coche cruzó la línea de meta, Marc, Jacob y yo corrimos donde Alex llenos de euforia, Alex por su parte salió del coche y fue directo al señor Leonard, su nuevo representante.
-¿Solo yo pienso que ha pasado de nosotros como de la mierda?-Preguntó Jacob.
-Está claro que no.-Respondí.
-Vamos chicos, es su oportunidad.-Replicó Marc. -Dejad que el potro salvaje disfrute su victoria.
-Sí, dejemosle... ¡Ey Harry!, ¿aquellas no son las pivas de antes?-Dijo Jacob señalando a las dos chicas.
-Sí, si que son, que hago, ¿voy a hablar con ellas?
-Creo que no va a hacer falta, ya viene la rubia ella solita.
-Cierto, vámonos de aquí Marc que sobramos.
-Si nos buscas estaremos con Alex. O llama.
-Eh, pero ¿dónde vais? -Repliqué. Pero en menos que canta un gallo mis amigos habían desaparecido entre la multitud. De repente alguien me tocó la espalda, me volví, era Rachel.
-¿Qué pasa, tus amigos te abandonan? -Rió timidamente.
-Ya ves. -Me puse nervioso. -Esque me tienen un amor especial.. ¿y a tí qué? Donde está tu prima, ¿se ha vuelto a escapar corriendo?
-No... Y por cierto, siento lo de antes.
-Nada, no te preocupes. Pero... ¿por qué os fuisteis así?, ¿estáis metidas en algun problema?
-Sí, bueno, más o menos... -Cambió de tema.-Nunca te había visto por aquí..
-No, no suelo venir la verdad, hoy vine a ver a mi amigo Alex, era una carrera importante para él y...-Me interrumpió.
-¿Alex?, ¿el potro salvaje?
-Sí. ¿Le conoces?-Algo la inquietó.
-Lo siento pero me tengo que ir. Un placer hablar contigo. -Comenzó a andar, yo la seguí, la cogí de un brazo y le dije:
-Espera, ¿pero por qué?, dame tu número, hablamos por chat, algo por favor.
-Lo siento Harry, no te convengo.- Y se perdió entre la multitud...

sábado, 15 de junio de 2013

Capítulo 1.

Era una noche muy fría y oscura, los copos de nieve caían suávemente sobre el andén de la estación y habían formado ya, una enorme capa blanca que ocultaba las vías, estaba solo, y únicamente tenía para protegerme del frío, un gran abrigo que la vieja de la tienda de souvenirs de la esquina de enfrente me había regalado, estaba un poco roto, pero como me quedaba unas cuatro tallas más grande, me abrigaba. Aún estaba esperando a mamá, normalmente no tardaba tanto nunca. No se cuantas horas pude esperarla, se estaba haciendo ya de día. Miré el reloj de la estación, los dos palitos marcaban el seis, era la hora a la que nos solíamos despertar normalmente antes de que empezase a acercarse gente. Imaginé que hoy no vendría nadie, pocos trenes podrían circular con las vías así. Ví acercarse a mí un anciano, que se sentó a mi lado y mirandome muy extrañado dijo:
-¿Qué es lo que hace un pequeñín como tú, por aquí tan pronto?- Me miró con curiosidad, pero yo no contesté. Miré al suelo y el anciano prosiguió. -¿No será que te has escapado de casa?, mira yo una vez cuando tenía tu edad...- Le interrumpí.
-Estoy esperando a mi mamá señor.
-¿Dónde ha ido tu mamá?
-No lo sé, ayer, después de cenar, salió a hacer un recado y aún no ha vuelto.
-Pero chico, ya casi es hora de desayunar, ¿llevas mucho esperando?
-Desde que el palito grande marcaba el 12 y el pequeño el 9.-Señalé el reloj.
-Será mejor que vengas conmigo muchacho, te llevaré con tu mamá, ¿vale?
-Mi mamá dice que no vaya a ningún lado con desconocidos.
-Entiendo... Espera aquí un momento, ahora vuelvo.
Me quedé dormido esperando al anciano, tenía mucho sueño ya que no había dormido en toda la noche, luego, pasado un buen rato, el anciano volvió con un agente de policía.
De lejos podía escuchar su conversación:
-Y dice usted, ¿que el niño le ha dicho que su madre lo dejó aquí ayer a las nueve de la noche y aún no ha vuelto?
-Así es, me lo acabo de encontrar en el andén casi congelado... Pobre criatura.
-Bien, será mejor que lo llevemos a comisaría.
El policía se acercó a mí, me movió un poco para despertarme y me dijo:
-Chico, ven conmigo, te llevaré con tu mamá, ¿vale?
-¿Está mi mamá con usted?-Dije adormilado y frotándome los ojos.
-Si hijo, tu mamá está conmigo, ven, aquí  hace mucho frío.
Seguí al policía de la mano hasta su coche, después, fuimos hasta la comisaría y me dijo que me sentase en una silla, que enseguida vendría. A continuación, el policía volvió con una mujer muy gordita y bajita, que con cara de pena me dijo:
-Pobre pequeñín, estás helado.-Me tocó la frente.-Y tienes mucha fiebre.
-¿Puedo ver ya a mi mamá?
-Sí, pero antes ven conmigo, te daremos de desayunar y te cambiaremos esa ropa, vas a coger una hipotermia.
-Pero, ¿después me llevaréis con mi mamá?
-Si... Vamos, ven conmigo...
La señora me llevó hasta un edificio que había justo enfrente de la comisaría, y una vez dentro me llevó hasta una habitación:
-Creo que esto servirá, es muy grande, pero aquí no tenemos otra cosa.-Dijo mostrándome unas prendas unas cuatro tallas mas grandes que la mia.-Rápido, quítate esa ropa y ponte esta, no quiero que te pongas peor.
Me desvestí y me puse la ropa limpia, después, la seguí hasta una estufa, ella me dijo que me quedase ahí, que me iba a preparar algo de desayunar, y al rato volvió con una gran taza.
-¿Qué es esto?
-Chocolate caliente,¿no te gusta?
-Nunca lo he probado.
-¿En serio?, ¿qué sueles desayunar?
-Lo que me traiga mi madre, normalmente, la señora de la tienda de souvenirs me da un vaso de leche caliente con pan.
-Pobrecillo...-Murmuró.-¿Cómo te llamas?
-Harry.
-Bien Harry, ahora que ya estás más tranquilo, ¿puedo hacerte unas preguntas?.
-Claro.-Contesté, y bebí un trago largo que me manchó la nariz, ella sonrió, el chocolate me gustaba.
La mujer se tomó un tiempo para hacerme preguntas como, el nombre de mi madre, dónde vivía, en qué trabajaba, quién era mi padre, si tenía hermanos... Yo le respondí a todo con peros y señales, después, me llevó a la habitación y me dejó dormir.
Fueron horas de larga siesta, no había dormido en toda la noche,y aquella cama era muy confortable, cuando desperté, "ojalá nunca lo hubiera hecho", me acerqué a la puerta del salón, y antes de entrar oí al policía que me encontré al principio, estaba esperándome en el comedor, yo solo pensaba en "¿dónde está mi madre?", "¿por qué estoy con estas personas en este sitio?", el policía estaba hablando con la señora gordita. Hablaban de mi madre:
-El niño me dijo que su madre se llamaba Aurora, y que vivían en la estación con su hermanita.
-Sí, tiene que ser ella. Prostituta, viuda y además homicida, un bonito curriculo. Cambia de ciudad cada vez que la gente empieza a conocerla, tiene dos hijos Harry, que es el mayor de cinco años, y Avril, la pequeña de tan solo tres. Los dos pasan a estar al cargo de los servicios sociales.
-¿Qué es lo que pasó?
-Asesinada, la niña empezó a llorar y los vecinos encontraron a la madre tirada a su lado.- Entré en la sala.
-Oh, Harry, ¿ya te has despertado?-Dijo con voz de pena la señora gordita.
-Sí, ¿me llevaréis ahora a ver a mi mamá?
-Verás, cariño, tu mamá no puede venir ahora, pero te llevaremos a un sitio donde estarás con muchos niños como tú hasta que venga. ¿Vale?
-Pero, yo quiero ir con mi mamá y con Avril.-Empecé a llorar.
-Iras con Avril, ella ya está allí, vamos, te llevaré con tu hermana.-Asentí con la cabeza limpiándome las lágrimas y me fui de la mano con la señora.