jueves, 27 de junio de 2013

Capítulo 2.

Habían pasado casi once años desde que llegué al internado y aquel sitio se había comvertido en mi casa, una casa de grandes dimensiones y en la que convivía con muchos otros chavales y chavalas de diferentes edades, a los que consideraba más que compañeros, hermanos.
Tenía muy buenas relaciones con todos los chicos del internado, y como todo adolescente, también tenía mi grupo de amigos con los que me pasaba el día entero, eramos cuatro, Jacob, Marc, Alex y yo. No me imagino que hubiese sido de mí sin ellos, sin Marc en concreto, era mi mejor amigo, había estado conmigo desde el momento en que llegué, era el guapo del grupo por así decirlo, era moreno, alto y tenía unos ojos verdes capaces de enamorar a cualquier hembra del planeta con solo una mirada, le envidiaba, y no solo por su físico, Marc era un tío listo, pocas veces en su vida se le vió bajar del nueve en un examen, y a sus dieciseis, muchas de las universidades más prestigiosas del país se peleaban por tenerle. Siempre que le preguntaba como lo hacía me respondía, "Estudiar me mantiene alejado de mis pensamientos". Él, también había sufrido mucho en la vida, con tres años, vió como su padre mataba a su madre y después se quitaba la vida, solo había tenido valor para contármelo a mí.
Jacob por otra parte, era todo lo contrario a Marc, cateaba siempre todo, y no es que fuese muy agraciado fisicamente, quizá fuese por su poco interés en darse una ducha de vez en cuando, o arreglarse un poco el pelo, o por vestir una camisa limpia de vez en cuando, pero bueno, dejando atrás estos defectos, Jacob también tenía sus virtudes, estaba muy loco, demasiado diría yo, era la típica persona con la que nunca te aburrirías, y el alma de las fiestas.
Por último pero no menos importante estaba Alex, un chico guapo, de pelo rubio y ojos azules, pero que si tuviese que destacar su mejor virtud, no sería esa. Alex llevaba conduciendo coches desde los cinco años, era capaz de entrar en tu coche, fisgar un poco en los cables, y arrancártelo en dos minutos, justo lo que tardaba en acelerar y irse pitando con él. En la ciudad era conocido como El Potro Salvaje, por lo rápido que era conduciendo , participaba en las carreras callejeras que se celebraban todos los sábados a las afueras de la ciudad, y aún no había tenido un oponente que hubiese estado completamente a su altura.
Que deciros de mí, era un chaval de dieciseis años algo bajo para mi edad,moreno, de ojos castaños, delgado pese a lo mucho que comía, y que,bueno, como todos tenemos una cualidad, o algo en que destacar, en mi resaltaba la facilidad que tenía para robar cosas sin que me pillasen. Lo llevaba en la sangre. Era una de las pocas cosas que me enseñó mi madre. Sabía que no estaba bien, pero, también sabía que algunas cosas si no era robándolas, no las iba a poder tener nunca.
Cierta noche de verano, Marc, Jacob y yo nos habiamos fugado para ver a Alex competir en una de sus carreras. Andamos mucho hasta llegar al sitio donde se celebraban, y cuando llegamos allí, había tanta gente que era casi imposible ver los coches que estaban ya en la línea de salida preparados para empezar. El coche de Alex era un mercedes de  color plateado que acababa de robarle a la directora. La carrera de hoy era muy importante para él, había encontrado a un tío con bastante pasta que había prometido ser su representante si ganaba esta noche, que alguien así le representase suponía mucho para Alex, pues, en las carreras que él  competía nadie ganaba ni perdía nada, solo lo hacían por diversión, en cambio si alguien se ofrecía a representarle, podría competir en las que se celebraban al otro lado de la ciudad, y en las que se podían ganar grandes sumas de dinero. Además de eso, le proporcionaría un coche para cada carrera, no tendría que volver a arriesgarse robando ninguno.
Se oyo a alguien gritar, la carrera estaba a punto de comenzar. Vimos como una chica se acercaba a la línea de salida, y se quitaba la camiseta como señal de que la carrera había comenzado. Los coches aceleraron y la gente corrió velozmente tras ellos.
-¿Qué hacemos los seguimos?-Pregunté
-No, mejor vamos a esperar aquí a que vuelvan a la meta, no servirá de nada correr los perderíamos en menos que canta un gallo. -Respondió Marc.
-Bueno, y ¿qué hacemos mientras tanto?-Preguntó Jacob. Y yo miré a nuestro alrededor y ví a dos chicas charlando al otro lado de la calle.
-No sé tú, pero yo allí enfrente estoy divisando dos bellezas que aún no conocen a Harry Johnson.
Me peiné un poco el pelo con la mano, y con los andares más chulos que me salieron en ese momento me acerqué a las chicas.
-Bueno, bueno, que baje Dios que se le han escapado dos ángeles traviesos. ¿Cómo os llamáis chicas? -Ellas rieron coquetamente, y posteriormente una de ellas contestó:
-Yo me llamo Rachel, y esta es mi prima Monica.
-Yo soy Harry.
-Pues, encantada Harry.-Me dió dos besos y luego su prima le susurró al oído algo que la puso muy nerviosa.
-Lo siento Harry, nos tenemos que ir,me hubiera gustado charlar contigo pero... Bueno en fin, lo siento, ojalá nos veamos en otra ocasión. - Miró detrás suyo y las dos echaron a correr, yo volví donde Marc y Jacob un poco desconcertado.
-Joder tío, las tienes loquitas, me vas a tener que contar tu secreto.-Dijo Marc burlandose de mí, Jacob por consiguiente echo una carcajada y añadió.
-¿Cómo no les dijiste a las pobres chicas que la carrera era por el otro lado?
-Ja Ja, muy graciosos.-Dije irónicamente y me quedé pensativo dándole vueltas a qué le habría podido pasar a aquellas chicas que las inquietó tan de repente.
-Mirad ahí llegan.-Dijo Marc viendo aproximarse los coches a toda velocidad y gente que se aproximaba corriendo de todos los sitios.
-¡Dios!¡si! Y Alex va en cabeza.
-Ganará, tiene que ganar, vamos tío.
Veía acercarse velozmente el mercedes de la directora, sabía que Alex lo conseguiría, y lo hizo, ganó la carrera. El coche cruzó la línea de meta, Marc, Jacob y yo corrimos donde Alex llenos de euforia, Alex por su parte salió del coche y fue directo al señor Leonard, su nuevo representante.
-¿Solo yo pienso que ha pasado de nosotros como de la mierda?-Preguntó Jacob.
-Está claro que no.-Respondí.
-Vamos chicos, es su oportunidad.-Replicó Marc. -Dejad que el potro salvaje disfrute su victoria.
-Sí, dejemosle... ¡Ey Harry!, ¿aquellas no son las pivas de antes?-Dijo Jacob señalando a las dos chicas.
-Sí, si que son, que hago, ¿voy a hablar con ellas?
-Creo que no va a hacer falta, ya viene la rubia ella solita.
-Cierto, vámonos de aquí Marc que sobramos.
-Si nos buscas estaremos con Alex. O llama.
-Eh, pero ¿dónde vais? -Repliqué. Pero en menos que canta un gallo mis amigos habían desaparecido entre la multitud. De repente alguien me tocó la espalda, me volví, era Rachel.
-¿Qué pasa, tus amigos te abandonan? -Rió timidamente.
-Ya ves. -Me puse nervioso. -Esque me tienen un amor especial.. ¿y a tí qué? Donde está tu prima, ¿se ha vuelto a escapar corriendo?
-No... Y por cierto, siento lo de antes.
-Nada, no te preocupes. Pero... ¿por qué os fuisteis así?, ¿estáis metidas en algun problema?
-Sí, bueno, más o menos... -Cambió de tema.-Nunca te había visto por aquí..
-No, no suelo venir la verdad, hoy vine a ver a mi amigo Alex, era una carrera importante para él y...-Me interrumpió.
-¿Alex?, ¿el potro salvaje?
-Sí. ¿Le conoces?-Algo la inquietó.
-Lo siento pero me tengo que ir. Un placer hablar contigo. -Comenzó a andar, yo la seguí, la cogí de un brazo y le dije:
-Espera, ¿pero por qué?, dame tu número, hablamos por chat, algo por favor.
-Lo siento Harry, no te convengo.- Y se perdió entre la multitud...

sábado, 15 de junio de 2013

Capítulo 1.

Era una noche muy fría y oscura, los copos de nieve caían suávemente sobre el andén de la estación y habían formado ya, una enorme capa blanca que ocultaba las vías, estaba solo, y únicamente tenía para protegerme del frío, un gran abrigo que la vieja de la tienda de souvenirs de la esquina de enfrente me había regalado, estaba un poco roto, pero como me quedaba unas cuatro tallas más grande, me abrigaba. Aún estaba esperando a mamá, normalmente no tardaba tanto nunca. No se cuantas horas pude esperarla, se estaba haciendo ya de día. Miré el reloj de la estación, los dos palitos marcaban el seis, era la hora a la que nos solíamos despertar normalmente antes de que empezase a acercarse gente. Imaginé que hoy no vendría nadie, pocos trenes podrían circular con las vías así. Ví acercarse a mí un anciano, que se sentó a mi lado y mirandome muy extrañado dijo:
-¿Qué es lo que hace un pequeñín como tú, por aquí tan pronto?- Me miró con curiosidad, pero yo no contesté. Miré al suelo y el anciano prosiguió. -¿No será que te has escapado de casa?, mira yo una vez cuando tenía tu edad...- Le interrumpí.
-Estoy esperando a mi mamá señor.
-¿Dónde ha ido tu mamá?
-No lo sé, ayer, después de cenar, salió a hacer un recado y aún no ha vuelto.
-Pero chico, ya casi es hora de desayunar, ¿llevas mucho esperando?
-Desde que el palito grande marcaba el 12 y el pequeño el 9.-Señalé el reloj.
-Será mejor que vengas conmigo muchacho, te llevaré con tu mamá, ¿vale?
-Mi mamá dice que no vaya a ningún lado con desconocidos.
-Entiendo... Espera aquí un momento, ahora vuelvo.
Me quedé dormido esperando al anciano, tenía mucho sueño ya que no había dormido en toda la noche, luego, pasado un buen rato, el anciano volvió con un agente de policía.
De lejos podía escuchar su conversación:
-Y dice usted, ¿que el niño le ha dicho que su madre lo dejó aquí ayer a las nueve de la noche y aún no ha vuelto?
-Así es, me lo acabo de encontrar en el andén casi congelado... Pobre criatura.
-Bien, será mejor que lo llevemos a comisaría.
El policía se acercó a mí, me movió un poco para despertarme y me dijo:
-Chico, ven conmigo, te llevaré con tu mamá, ¿vale?
-¿Está mi mamá con usted?-Dije adormilado y frotándome los ojos.
-Si hijo, tu mamá está conmigo, ven, aquí  hace mucho frío.
Seguí al policía de la mano hasta su coche, después, fuimos hasta la comisaría y me dijo que me sentase en una silla, que enseguida vendría. A continuación, el policía volvió con una mujer muy gordita y bajita, que con cara de pena me dijo:
-Pobre pequeñín, estás helado.-Me tocó la frente.-Y tienes mucha fiebre.
-¿Puedo ver ya a mi mamá?
-Sí, pero antes ven conmigo, te daremos de desayunar y te cambiaremos esa ropa, vas a coger una hipotermia.
-Pero, ¿después me llevaréis con mi mamá?
-Si... Vamos, ven conmigo...
La señora me llevó hasta un edificio que había justo enfrente de la comisaría, y una vez dentro me llevó hasta una habitación:
-Creo que esto servirá, es muy grande, pero aquí no tenemos otra cosa.-Dijo mostrándome unas prendas unas cuatro tallas mas grandes que la mia.-Rápido, quítate esa ropa y ponte esta, no quiero que te pongas peor.
Me desvestí y me puse la ropa limpia, después, la seguí hasta una estufa, ella me dijo que me quedase ahí, que me iba a preparar algo de desayunar, y al rato volvió con una gran taza.
-¿Qué es esto?
-Chocolate caliente,¿no te gusta?
-Nunca lo he probado.
-¿En serio?, ¿qué sueles desayunar?
-Lo que me traiga mi madre, normalmente, la señora de la tienda de souvenirs me da un vaso de leche caliente con pan.
-Pobrecillo...-Murmuró.-¿Cómo te llamas?
-Harry.
-Bien Harry, ahora que ya estás más tranquilo, ¿puedo hacerte unas preguntas?.
-Claro.-Contesté, y bebí un trago largo que me manchó la nariz, ella sonrió, el chocolate me gustaba.
La mujer se tomó un tiempo para hacerme preguntas como, el nombre de mi madre, dónde vivía, en qué trabajaba, quién era mi padre, si tenía hermanos... Yo le respondí a todo con peros y señales, después, me llevó a la habitación y me dejó dormir.
Fueron horas de larga siesta, no había dormido en toda la noche,y aquella cama era muy confortable, cuando desperté, "ojalá nunca lo hubiera hecho", me acerqué a la puerta del salón, y antes de entrar oí al policía que me encontré al principio, estaba esperándome en el comedor, yo solo pensaba en "¿dónde está mi madre?", "¿por qué estoy con estas personas en este sitio?", el policía estaba hablando con la señora gordita. Hablaban de mi madre:
-El niño me dijo que su madre se llamaba Aurora, y que vivían en la estación con su hermanita.
-Sí, tiene que ser ella. Prostituta, viuda y además homicida, un bonito curriculo. Cambia de ciudad cada vez que la gente empieza a conocerla, tiene dos hijos Harry, que es el mayor de cinco años, y Avril, la pequeña de tan solo tres. Los dos pasan a estar al cargo de los servicios sociales.
-¿Qué es lo que pasó?
-Asesinada, la niña empezó a llorar y los vecinos encontraron a la madre tirada a su lado.- Entré en la sala.
-Oh, Harry, ¿ya te has despertado?-Dijo con voz de pena la señora gordita.
-Sí, ¿me llevaréis ahora a ver a mi mamá?
-Verás, cariño, tu mamá no puede venir ahora, pero te llevaremos a un sitio donde estarás con muchos niños como tú hasta que venga. ¿Vale?
-Pero, yo quiero ir con mi mamá y con Avril.-Empecé a llorar.
-Iras con Avril, ella ya está allí, vamos, te llevaré con tu hermana.-Asentí con la cabeza limpiándome las lágrimas y me fui de la mano con la señora.